En un ambiente sindical cada vez más fragmentado, el referente de la Asociación del Magisterio de Enseñanza Técnica (AMET), Juan Carrizo, aprovechó el lanzamiento de un congreso de capacitación para trazar una clara línea divisoria con el SUTEF, el gremio mayoritario de la docencia fueguina. La confrontación, que se ha intensificado, ahora se libra en el terreno de las declaraciones, donde AMET se posiciona como una alternativa pragmática frente a las medidas de fuerza.
Juan Carrizo fue directo al cuestionar la efectividad de las medidas de protesta. Afirmó que «acampes y desobligaciones» no contribuyen a una solución real y, en cambio, abogó por «garantizar una semana continua de clases».
Para Carrizo, la verdadera solución está en el trabajo con las familias y la comunidad educativa, exponiendo la situación sin comprometer el proceso de aprendizaje de los alumnos. El dirigente de AMET llevó su crítica un paso más allá, cuestionando la propia legitimidad de las protestas del SUTEF. En una entrevista en Radio Provincia de Ushuaia, señaló que «difícilmente nos vamos a plegar a una medida que deciden otros y que deciden muy pocos», en una clara alusión a lo que considera una baja convocatoria en las asambleas del SUTEF.
Carrizo sugirió que la dirigencia del gremio mayoritario ha perdido el respaldo de sus bases y, en un dardo directo, insinuó que buscan «querer manchar el nombre de AMET» para ocultar su propia falta de credibilidad.
El golpe más contundente de Carrizo llegó al analizar el resultado de la última negociación salarial. Con ironía, se preguntó «¿de qué sirvió una semana de acampe, si el Gobierno sacó un decreto con solo un 2% de aumento?». A su juicio, el sacrificio de los docentes fue en vano porque quienes «se sientan a negociar terminan discutiendo otras cosas».
La entrevista alcanzó su punto más álgido cuando Carrizo lanzó una acusación frontal al señalar que «es de público conocimiento que parte de la comisión directiva de ese sindicato hoy son funcionarios activos del Gobierno». Con esta denuncia, el referente de AMET buscó exponer una supuesta complicidad entre el SUTEF y el poder político, sugiriendo que la lucha en las calles es solo una fachada para una negociación de intereses personales, una traición a los docentes.