El pasado lunes, la fiesta organizada por el oficialismo en el Movistar Arena no fue un acto político, sino una escenificación de la negación, la imagen perfecta de la orquesta del Titanic tocando mientras el barco ya se hunde. Es el concepto cruel de que el show debe continuar, aun cuando la realidad, ese mar helado, se prepara para tragar nuestra nave. Al apagarse las luces del escenario, el golpe es más duro: el 80% de los argentinos no llega a fin de mes. Las familias de clase media están ahogadas en deudas de tarjetas de crédito para cubrir lo básico, mientras el poder adquisitivo se desploma. Las paritarias, controladas por un Gobierno que no homologa subas superiores al 1% o 1,5%, son una burla ante una inflación que corre por encima del 30% anual, dejando el salario mínimo 15% por debajo de la línea de supervivencia.
El panorama económico es de asfixia: el dólar desatado muestra corridas semanales que agotan las herramientas del Gobierno, obligando al Ministro de Economía a rogar por un nuevo endeudamiento, otra inyección de esos 20.000 millones de dólares que solo compran unos días de aire. Y sobre esta base de crisis, estalla el caso Espert, una máscara que cae para exponer quién y quiénes financiaron la candidatura del diputado, introduciendo la oscura palabra narcotráfico en el corazón de la política. Este nuevo escándalo golpea con fuerza al oficialismo, que vuelve a actuar tarde, y que se conforma con buscar una desesperada «refundación» ante su núcleo duro, saliendo a «cazar en el zoológico» con figuras cuestionables como los «Gordo Dan» o las «Lemoine». El acto solo logró subrayar el aislamiento de una cúpula que prefiere el show antes que la gestión.
La semana que tenemos por delante está llena de incógnitas y tensiones. El Congreso Nacional deberá definir si está en sintonía con la gente al plantarse o no ante la continuidad de Espert. La Justicia deberá resolver la extradición del narcotraficante. Y en la calle, la lucha de los jubilados por recuperar sus ingresos continuará, a menudo bajo la represión de Gendarmería. A menos de un mes de la elección nacional, el tiempo es una eternidad para quien está sin trabajo, para quien no llega a fin de mes, para el enfermo sin medicamentos. La música sonó fuerte en el Movistar Arena, pero no fue suficiente para ahogar el grito de la realidad. Lo que nuestra sociedad, incluyendo Tierra del Fuego, piense de todo esto, se sabrá el 26 de octubre. La orquesta puede seguir tocando, pero el sonido más fuerte será el del agua entrando al casco.