Walter Kayo, Diego Linares y Javier Ciede partieron de Ushuaia el sábado 26 de abril. Y alcanzaron el mítico sitio adverso para la navegación la misma jornada en que se produjo un movimiento sísmico en el Pasaje de Drake, a 60 kilómetros de su ubicación. Se refugiaron en unas islas cercanas y ahora encaran el regreso a la ciudad. La hazaña tiene muy pocos antecedentes en la Historia
Los tres kayakistas de Ushuaia que habían partido de la ciudad el sábado 26 de abril cumplieron la hazaña de llegar al Cabo de Hornos el mismo día (jueves 2 de mayo) en que se produjo el sismo de 7.4 puntos en el Pasaje de Drake, por lo que tuvieron que replegarse de inmediato e iniciar el recorrido de vuelta.
Walter Kayo, Diego Linares y Javier Ciede se propusieron cumplir una travesía que registra muy pocos antecedentes a lo largo de la Historia y lo lograron en concordancia con un evento natural que también marcará un hito para la zona.
Los aventureros habían navegado seis días cuando al séptimo, ya en el archipiélago de Hornos alcanzaron la altura del mítico cabo casi a la misma hora del sismo que sacudió el lecho marino y se sintió fuerte en el sur de Argentina y de Chile.
Una vez enterados de la alerta de tsunami decidieron subir los kayak al velero que les sirve de apoyo y regresaron hacia al norte para refugiarse en la Caleta Hatley, entre las islas Wollaston.

Aunque la posibilidad del tsunami fue descartada por los servicios hidrógráficos horas más tarde, los expedicionarios permanecieron allí por 72 horas para refugiarse de un temporal de viento que azotó la zona y tenían previsto retomar hoy su derrotero de regreso a Ushuaia.
El jueves “arrancamos a la mañana para cubrir el tramo final hasta el Cabo de Hornos. Y justo cuando llegamos escuchamos la alerta del sismo. Desde el barco nos contaron que había temblado el casco, pero en los kayaks la verdad es que no sentimos nada”, explicó Linares en una transmisión en vivo desde el lugar.
También contó que entonces el capitán les dijo “muchachos, tenemos que salir de acá por la alerta de tsunami”, con lo que se activó un protocolo de seguridad para subir los kayaks y a los deportistas a bordo.
“No tuvimos miedo pero fue un momento de tensión. Nosotros ya teníamos ensayado este protocolo: subir todos a bordo y los kayaks al barco. Y eso fue lo que hicimos”, detalló Linares.
“Arrancamos esa mañana y veníamos avanzando mucho y muy bien. Estábamos pendientes del clima, de lo que pasaba en el aire y en el cielo, nunca de lo que podía pasar en la tierra como este movimiento sísmico. Nos quedó sabor a poco porque el mar estaba para quedarse un poco más, pero obviamente hicimos lo que correspondía”, agregó el deportista que también es instructor de snowboard y corredor de triatlones.
Sin saberlo y sin proponérselo, los kayakistas y su equipo de colaboradores estuvieron a apenas 60 kilómetros del epicentro del movimiento sísmico.
“Un amigo geólogo me decía que fuimos los humanos que estuvimos más cerca del epicentro, y la verdad es que puede ser. Por suerte estamos bien y regresando sin problemas”, completó el aventurero.
La expedición había recorrido 230 kilómetros hasta la caleta donde se refugió del viento, previo a encarar el retorno a la capital fueguina.
Luego de partir de Ushuaia habían llegado el primer día hasta Puerto Williams, y en las jornadas posteriores pasaron Puerto Toro y alcanzaron el sur de la Isla Navarino.
En el quinto día de navegación encararon el peligroso cruce de la Bahía Nassau que los llevó hasta las Islas Wollaston. Fueron 30 kilómetros de mar abierto en los que convivieron con olas de más de dos metros de altura. Ese día navegaron un total de 65 kilómetros.
“Fue un cruce épico. Veníamos muy bien, acampando sobre la costa cuando no podíamos coincidir con el barco y comiendo guisos de cordero o de lentejas que nos había preparado en bolsas uno de nuestros sponsor y que calentábamos con agua. La pasamos muy bien en grupo”, relató Linares.
Los aventureros utilizan kayaks de travesía de unos 5 metros de largo, con los que navegan a unos 7 kilómetros por hora.
La expedición llamada Yahgashaga incluyó ocho meses de preparación, en que además de las cuestiones logísticas se sometieron a un riguroso entrenamiento físico que comprendía dobles turnos de gimnasio y navegación.
El equipo multidisciplinario que los acompaña está compuesto por una tripulación experta, un médico traumatólogo y un fotógrafo y camarógrafo que capta secuencias para un futuro documental de la travesía.
Los aventureros también reman con un mensaje simbólico de concientización sobre distintas enfermedades, como el cáncer infantil y el autismo, y para promover la donación de médula ósea.
“El Cabo de Hornos es un punto emblemático de la navegación mundial. En su historia hay registrados 800 naufragios y 10.000 víctimas, aunque en épocas donde la tecnología era muy distinta”, explicó Linares a la prensa local en los días previos al inicio del periplo.
También dijo que alcanzar el Cabo de Hornos en kayak es definido por los especialistas como “el Monte Everest de la navegación”.
Eligieron esta época del año porque las ventanas climáticas son más amplias y pueden incluir cuatro o cinco días seguidos, lo que no es usual el resto del año.
El Cabo de Hornos fue alcanzado por kayakistas de distintas nacionalidades pero partiendo desde Ushuaia existen muy pocas expediciones registradas, una de ellas en la década del 80` que culminó con éxito e involucró a los deportistas Ricardo Kruszewski, Luis Mack, Rolfi Di Leo, Tino Peralta y Adrián Andómine, mientras que también lo lograron en los 90, Pablo Basombrío, Martín Grondona y Emilio Caira.
“El objetivo ya se cumplió, ahora nos queda remar de nuevo para Ushuaia, como lo hicieron los pueblos originarios de la zona, los canoeros, hace más de seis mil años. Esta expedición también es un tributo para esos pueblos”, concluyó Linares.
Fuente: El Diario del Fin del Mundo